14 Mar Celebration (Strictly confidential)
A mi abuelo, uno de los hombres de mi vida, mi abuela no le quería. Y más aún, le maltrató sutilmente hasta el final de sus días. Así me lo confesó una tarde de susurros para que no nos oyera, para advertirme y que no me ocurriera lo mismo. De todo aquello, lo que me quedó no fueron tanto sus desdichas, porque algunas las vivimos juntos, sino la razón por la que nunca fue capaz de dejarla.
“Me dije cientos de veces que la dejaría, pero al principio, veía a nuestros tres hijos tan pequeños, que me retenían sus cuidados. Compartía mi tristeza con mi madre, pero visitarla era complicado, con todo el trabajo, el mío y el de la casa, y con aquel presente tan funesto: nuevos edificios iban rodeando y estrechando mi masía y mis tierras, hasta que el gobierno nos las expropió en nombre del progreso para construir la autopista. Luego los niños crecieron, ¡y cómo iba a dejarles!, y vinieron sus estudios, las bodas y, finalmente, los nietos. Me impuse una fecha, mi jubilación, y gracias a esa esperanza pasé algunos años»… Cuando me lo contó tenía más de 70. “Ese día amaneció igual que el anterior, no se abrió el cielo ni cantaron los ángeles, no pasó nada especial. Y fueron pasando las horas, y yo seguí con mis tareas de cada día. Cuando terminó la jornada y me acosté, supe con certeza que nunca me atrevería a hacerlo”.
Creo que una parte de mi perseverancia y de esa pizca de rebeldía o inconsciencia, quizás soberbia, por pensar que es posible darle cuerda al mundo y que suene la música, desde cualquier lugar y en cualquier circunstancia fue, en parte, gracias a la impronta de aquellas palabras.
La vida es el río que nos lleva a un destino incuestionable, pero ¡hay tantas paradas y tanto que ver durante el trayecto! Pero si dormitamos con la cabeza baja, concentrados en las pequeñeces que llenan y aburren los días, o llevamos la cabeza demasiado erguida intentando divisar más allá de la siguiente curva, se nos pierden los maravillosos detalles que nos regala la vida.
Y yo que casi no logro distinguir entre la vida profesional de la personal, por lo imbricadas que están la una con la otra, (busca amigos y recuerdos y los encontrarás entremezclados), me gustaría hoy hacer un llamamiento a la celebración, y reflexionar sobre la necesidad de una pequeña parada en nuestro río particular, para compartir y agradecer.
Porque, hasta ahora, ¿cuantas circunstancias de cualquier índole no habrán aparecido ya en el horizonte para hacernos pensar que no toca? Seguro que infinidad. Yo aprendí con mi abuelo que si no paras y tañes tu mismo las campanas, los días se vuelven iguales, y no existen razones para cambiar.
He buscado excusas, ni tan siquiera circunstancias, para no celebrar y he ido a buscar una escalera para poder saltar esas vallas de infelicidad. Ahí van:
1. NO HAY TIEMPO
No podemos. Nos está esperando otro marrón, otro proyecto, otra cosa…, (tenemos experiencia en añadir nuevas tareas en nuestra lista, más que en tacharlas), no tenemos ni un minuto que perder. PERO si celebramos, nosotros y aquellos con quién compartamos, tendrán un momento de alegría y reconocimiento, una bocanada de aire fresco, e iniciarán con nosotros la nueva aventura que les propongamos aún con más energía y ganas. Esto también es tiempo, ¿no?
2. ES UNA MINUCIA
Pero cómo voy a celebrar esta minucia, esta menudencia, esta pequeñez dentro del océano tan vasto en el que nos encontramos…, (somos especialistas en menospreciarnos o quitar valor a los logros), así que, mejor no hagamos nada, que esto no tiene importancia. PERO si celebramos, este detalle ganará protagonismo, y nos entrarán a todos más ganas de hacerlo crecer, de convertirlo en el primero de una serie de logros que, quién sabe, quizás pasen a la historia. Al menos, así comienzan todas las grandes hazañas…
3. SIEMPRE SOY YO QUIEN ORGANIZA
Cada vez que sucede algo, soy yo quien toma la iniciativa, quien animo, llamo y persigo a los demás…, (así de dramáticos nos ponemos a última hora y amenazamos en tirar la toalla), por qué he de ser siempre yo. Pues no. PERO si no celebramos, la primera persona que va a estar triste serás tu, porque sabes perfectamente que celebrar te hace inmensamente feliz, y tras de ti y alrededor, a todos los demás, ¡pero si lo sabes que siempre pasa lo mismo, luego es memorable y además de esta saldrán otras muchas propuestas!)
4. SEGURO QUE NO VIENE NADIE
Quizás no es el momento, qué pensarán si lo hago, parecerá que lo demás no me importa, significa gasto, jolgorio, quizás falta de respeto, el mundo no está ahora para esto…, (llevamos adherida la indecisión en momentos clave). PERO si celebramos, llenaremos el aire de primavera, de sonrisas, de conversaciones positivas, de ánimo, y eso es e-xac-ta-ment-te lo que el mundo ahora necesita, ¿no te habías dado cuenta?
Deteneos un momento, pensad en este último año, que sí, ha sido para olvidar, pero es un año al fin y al cabo y no nos lo van a devolver por defectuoso: ¿cuántas celebraciones has hecho, sean como sean, y en cualquier ámbito? ¿Verdad que no han sido muchas? Pues es momento ya hacer una parada.
Ayúdate con un remo y para en aquella orilla del río, llama a gritos a las personas que están a tu lado, a los que quieres, a los que viven cerca o a los que estén viviendo lo que tú y Celebra. De la manera que sea.
Celebra, Agradace, Comparte, Vive.
Y luego sigue navegando, suavemente, río abajo.
MI EXPERIENCIA EN 3 LÍNEAS:
EL DESAFÍO
Después de los vítores de la celebración de los 30 ya estaba pensando en cómo sería la de 40, y al cruzar esa meta volante, empecé a construir la nueva historia de los 50. Creo que no renunciaré nunca a una celebración.
EL LOGRO
Lo maravilloso de la rebeldía es que como es algo innato, es imposible detenerla. Si la guías y la meces, podrás conseguir con ella aquello que te propongas.
EL APRENDIZAJE
La edad te despoja de algunas habilidades y adormece otras, pero hace emerger algo muy poderoso: la seguridad en ti mismo.
Dedicado a mi querido iaio Andreu. Con una canción para celebrar el amor y el cumpleaños. Felicitats Cris
https://www.youtube.com/watch?v=zwFS69nA-1w
Cristina Masachs
CEO Softlanding
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